El día 29 de Marzo de 1923, en la Iglesia parroquial de Felonica Po, recibió la Primera Comunión; la repetiría, no sólo los domingos
y días de fiesta sino cada vez que durante la semana podía participar en la Eucaristía. Él mismo nos recuerda cómo desde aquel encuentro,
inició una nueva etapa en su vida.
El Sacramento de la Confirmación lo recibió un año más tarde, el 25 de Enero de 1924, de las manos de Don Carlo Origo, entonces Obispo
de Mantua.
En Felonica Po era monaguillo de la parroquia. Su carácter alegre y vivaz, siempre de buen humor y bromista cambiaba durante las
celebraciones, se transformaba, estaba formal, serio, meditativo, tanto que en su pueblo se decía que parecía que había nacido para
ser sacerdote. A pesar de la distancia que le separaba de la Iglesia, su familia se había trasladado a "Li Lami" ("Le Lame") una
hacienda agrícola que estaba a 3 kilómetros del pueblo, asistía siempre a todas las celebraciones religiosas.
A menudo, el trabajo era excesivo y había que hacerlo; su padre al no poder encontrar suficientes trabajadores, debía contar con
todos sus hijos, del mayor al menor. En estas ocasiones procuraba terminar cuanto antes para así, en la bicicleta, llegar puntual
a la Iglesia. Le gustaba participar especialmente en la celebración de las 40 horas, Adoraciones Eucarísticas, y en las celebraciones
del mes de Mayo; sólo el Señor sabe cuántas "piruetas" tenía que hacer para poder asistir.
Sus padres se dieron cuenta enseguida de que el Señor trabajaba de modo particular en su alma: su comportamiento dejaba intuir la
vocación a la que el Señor le llamaba. Ellos como buenos cristianos se alegraban íntimamente.
La escuela primaria, del 2º al 5º año, la cursó, en Felonica Po; el primer . grado lo hizo en "Dragoncello di Poggio Rusco."
Era el día del cumpleaños de su maestra, Anita Pedrini, y como es normal en estos casos, los alumnos suelen pedir a sus padres dinero
para comprarle flores o cualquier otro regalo. "Julito" conocía bien la pobreza de su familia y no quiso pedir dinero; salió al campo
e hizo un pequeño ramo de flores silvestres y alliegar a la escuela se lo regaló con toda espontaneidad y simplicidad; la maestra
apenas logró contener las lágrimas de emoción. Conservó cuidadosamente aquel ramillete de flores y, el día que el Padre celebró la
Primera Misa, el 7 de Junio de 1936, toda emocionada, se lo volvió a regalar. "Aquel regalo -nos decía él mismo- fue el más bonito de
todos los que recibí".
|