PENSAMIENTOS SOBRE LA OBRA
Oh, la Obra! Es este mi amor, mi esposa, mi todo en Dios y en la Iglesia.
Todos -Oblatos, Oblatas y Michaelitas- tienen un mismo y único objetivo: DAR Y DARSE INCONDICIONALMENTE PARA QUE SE HAGA
UN SOLO REBAÑO CON UN SOLO PASTOR. (Oikoumene Mayo 1965)
A sus privilegiados, Dios los trata siempre como ha tratado a su Divino Hijo, quiere hacerlos semejantes a Él,
para hacerlos participar de su misión redentora, y en nuestro caso, misión de unidad. Es claro que para unir hace falta
destruir, consumir y sublimar en el "Unum" nuestro egoísmo.
Las vocaciones son un fruto, más ¿Cómo se puede obtener el fruto sin haber sembrado o cultivado la planta con asiduos
cuidados?
Las vocaciones vendrán como consecuencia de nuestro ejemplo, de nuestro sacrificio, de nuestro amor atrayente y de
nuestro apostolado ecuménico.
Es necesario que nos consumemos en la oración y en la acción para acrecentar nuestra santa obra.
El apostolado para el cual el Señor ha iniciado esta obra, es un apostolado que requiere sacrificios, porque es un
apostolado difícil y delicado, que encuentra obstáculos en el orgullo humano.
Es necesario que mi oblación (entrega) sea total, incesante e incondicional, si el grano de trigo no muere no da fruto;
¡Es necesario que yo muera! para que la obra se desarrolle. Dios quiere nuestra completa consumación porque quiere que
nuestra vida sea un holocausto por la gran causa ecuménica.
Sirvan al Señor con alegría -jamás se turbe su corazón, oren sin cesar, esperanza contra esperanza tienen que tener
para ser padres y madres de una multitud de personas- ámense recíprocamente, obedezcan a sus propósitos, amen la obra,
desarrollen la obra, ¡Dios estará siempre con ustedes y yo jamás los dejaré! Cristo Eucaristía, María Santísima,
el Papa y la Iglesia. Aquí está nuestra oblación.
|