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Somos la rama sacerdotal de la Familia Ecuménica, compuesta por los Misioneros Ecuménicos (Sacerdotes),
Misioneras Ecuménicas (Religiosas), y Mikaelitas (Laicos). Y fuimos fundados por Mon. Giulio M. Penitenti en
el año 1944, con la única intención de hacer conocer y amar el don de la Unidad entre los cristianos,
principalmente a través de la oración y el diálogo de la caridad. El Fin General es nuestra Obra es la santificación a través de la práctica de los Consejos Evangélicos y de la consagración total al Señor. Nuestro Fin Especial nace del deseo expresado por Cristo en la Última Cena: “Padre, que todos sean una sola cosa, para que el mundo crea que Tú me has enviado” (Jn. 17,21). Considerada la actual importancia y la compleja problemática del Movimiento Ecuménico, nuestra identidad, a la luz del carisma de nuestro Padre Fundador, es la de saber, querer actuar y ser uno con la Iglesia, para que nuestra oblación sea total, incesante e incondicional por la gran causa ecuménica”. Nuestra vida quiere imitar la de Jesucristo, casto, pobre y obediente. No hay contraste entre este estado de vida y el ecumenismo. De hecho, nuestra consagración da fecundidad a nuestra vida ecuménica y nuestra vida ecuménica estimula nuestra consagración para ser un auténtico testimonio de unidad evangélica. De esta profunda comunión, toma forma, significado y valor nuestra vocación ecuménica. Además de los tres Votos de Obediencia, Pobreza y Castidad, emitimos el de Fidelidad al Sumo Pontífice; estamos convencidos de hecho, que sólo siendo fieles a la Iglesia y a su Jerarquía se puede ser artífices de Unidad. |